Dos jóvenes biólogas, Alisson Monroy y Camila González, han emprendido una investigación crucial en el laboratorio de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) para examinar la presencia de microplásticos en cangrejos destinados al consumo humano en El Salvador. La iniciativa es parte del Proyecto Patitas, bajo la dirección de la bióloga marina Johanna Segovia, del Centro de Investigación Marina y Limnológica del ICTI-UFG, junto con colaboradores de SigmaQ.
La tarea inicial consistió en analizar muestras de siete tihuacales, extrayendo y desintegrando sus estómagos con peróxido de hidrógeno. Los resultados fueron impactantes: fibras de plástico, evidencia tangible de la contaminación que ha infiltrado los ecosistemas locales. Este descubrimiento inicial llevó a las científicas a ampliar su investigación con la esperanza de reforzar y contextualizar sus hallazgos.
El plástico encontrado en los cangrejos, según Alisson Monroy, data de muchos años atrás y se ha descompuesto en partículas microscópicas. Estos microplásticos representan una amenaza, ya que, al entrar en la cadena alimentaria, afectan no solo a los cangrejos, sino también a los consumidores humanos que incluyen este crustáceo en su dieta. Este fenómeno plantea preguntas sobre los posibles riesgos para la salud humana y el impacto ambiental más amplio.
En un mercado central de San Salvador, la vendedora Sonia de Pérez, con 25 años de experiencia, expresó sorpresa al enterarse de la presencia de microplásticos en los cangrejos que vende. Aunque admitió desconocimiento previo sobre este problema, señaló que seguiría consumiendo los cangrejos, destacando su sabor apetecible. Este testimonio destaca la falta de conciencia entre los consumidores sobre los riesgos asociados con la ingesta de microplásticos.
La investigación se centra en la Bahía de La Unión y ríos en Sonsonate, estudiando tres especies de cangrejos. A pesar de que los primeros resultados revelaron una cantidad preocupante de microplásticos, la bióloga marina Johanna Segovia subraya que esta área de investigación ha sido descuidada en el pasado, destacando la importancia de abordar esta problemática.
Camila González, una de las investigadoras, advierte que el problema del plástico no se limita a los cangrejos, ya que se ha detectado incluso en la sangre humana y la leche materna. Además, señala que este fenómeno afecta a todos los ecosistemas y puede tener consecuencias genéticas adversas.
Aunque el término “microplástico” no es novedoso en la comunidad científica, la conciencia pública sobre este problema es limitada. La preocupación de los investigadores se basa en la posible conexión entre la presencia de microplásticos y problemas de salud, como inflamación, estrés oxidativo y alteraciones hormonales.
La venta de cangrejos contaminados en el mercado central plantea preguntas éticas y de salud pública. Aunque algunos consumidores, como Sonia de Pérez, pueden optar por seguir consumiendo estos crustáceos, la falta de información sobre las concentraciones de microplásticos y su acumulación plantea preocupaciones adicionales.
Las biólogas y la bióloga marina al frente de este proyecto instan a la población a informarse y a tomar decisiones informadas sobre su consumo. La investigación también propone expandir el análisis a otras especies marinas y abogar por cambios en los hábitos de consumo para proteger la salud humana y los ecosistemas.
En resumen, esta investigación sobre la presencia de microplásticos en cangrejos destinados al consumo en El Salvador destaca la urgencia de abordar la contaminación plástica en los ecosistemas acuáticos y subraya la importancia de generar conciencia pública para enfrentar este problema.