En una fascinante investigación paleontológica, científicos del CONICET han revelado evidencias de enfermedades en tres especies de dinosaurios abelisáuridos que poblaron la Patagonia a fines del periodo Cretácico, hace aproximadamente entre 90 y 70 millones de años. Elemgasem nubilus, Aucasaurus garridoi y Quilmesaurus curriei, pertenecientes a la familia de los abelisáuridos, carnívoros bípedos caracterizados por ornamentaciones en los huesos del cráneo y extremidades anteriores reducidas, han sido objeto de este estudio pionero, proporcionando nuevos detalles sobre la salud de estos majestuosos reptiles extintos.
En la primera fase, los paleontólogos notaron deformaciones macroscópicas en la superficie externa de algunos huesos, especialmente en las vértebras caudales de Elemgasem y Aucasaurus. Este descubrimiento condujo a la hipótesis de posibles patologías, llevando a los investigadores a realizar un análisis detallado de la morfología externa e interna de estos especímenes.
La metodología abordó tres aspectos clave: análisis macroscópico de la estructura externa de los huesos; análisis histológico centrado en Quilmesaurus y Elemgasem, para examinar cambios microscópicos; y tomografías computadas en elementos de Aucasaurus, para evaluar cómo una posible patología afectó el tejido óseo.
Los resultados revelaron tres tipos distintos de patologías. Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, indicando que este individuo nació con una malformación que no afectó gravemente su vida. En Elemgasem se diagnosticó espondiloartropatía, una enfermedad presente en humanos que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación. Quilmesaurus mostró signos de alguna patología que no pudo ser precisamente determinada, pero parecía diferente de las detectadas en los otros dos abelisáuridos.
La última fase involucró la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial, estableciendo la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos. El análisis estadístico reveló correlaciones entre algunas enfermedades y el estilo de vida de estos depredadores activos en el pasado, proporcionando valiosas perspectivas sobre su comportamiento social e indicadores de un estilo de vida activo.
Mattia Antonio Baiano, investigador del Museo Municipal Ernesto Bachmann, destaca: “Este trabajo no solo expande nuestro conocimiento sobre la salud de los dinosaurios, sino que también destaca la presencia de enfermedades que persisten en la actualidad, sugiriendo posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos y la investigación de enfermedades contemporáneas”.
Diego Pol, investigador del CONICET del Museo Paleontológico “Egidio Feruglio”, agrega: “Es un trabajo muy interesante ya que reúne especialidades de diferentes investigadores e intenta descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurios”.
Además, Ignacio Cerda, investigador del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleontología y Biología, y Filippo Bertozzo, del Royal Belgian Institute of Natural Sciences, también contribuyeron a este revelador estudio.
Este trabajo pionero no solo profundiza en nuestra comprensión de la salud de los dinosaurios, sino que también ofrece una ventana hacia el pasado que podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales. La conexión entre organismos extintos y las enfermedades contemporáneas es un fascinante campo de estudio que sigue desenterrando secretos de la evolución y la vida en la Tierra.